Tres años y una pandemia después, finalmente volvemos al campo
Doce hombres contra doce, lo mejor del golf profesional de dos continentes enteros cara a cara en tres intensas jornadas de competición, un formato tan espectacular como único, potenciado por la fórmula del match play. Quizás ni siquiera su visionario inventor, Samuel Ryder, un excéntrico emprendedor británico apasionado por el golf, hubiera esperado tanto en 1927 de su creación, que se ha convertido en la actualidad en el evento deportivo más seguido en el mundo después del Mundial de fútbol y los Juegos Olímpicos. La Ryder Cup es un evento magnético, capaz como ningún otro de potenciar la magia del golf, de involucrar y emocionar, de hacer llorar (de alegría o desesperación) y de unir bajo dos banderas, dos equipos y millones de espectadores. Este espectáculo nos espera dentro de dos años en Roma, cuando el Marco Simone Golf & Country Club se convierta en el escenario del apasionante desafío entre el Viejo Continente y los Estados Unidos.


Desde la perspectiva de la Ryder Cup, en Roma en el 2023, Chervò jugará un papel importante habiendo firmado un acuerdo plurianual en 2016 que la une a la Ryder Cup Europe LLP para un ciclo de eventos que comenzó con la edición de París en «Le Golf National» en 2018 y se extenderá hasta la edición de Bethpage Black en 2025. Según el acuerdo, la marca italiana, como "licenciataria oficial", tiene derecho a utilizar el escudo de la Ryder Cup y el nombre de cada evento en relación con la comercialización y las ventas en todo el mundo, con la excepción de los EE. UU., de una selección de sus productos, ropa y accesorios. De hecho, se pueden comprar los numerosos modelos de Chervò con el escudo de la Ryder Cup en la tienda insignia, la tienda web oficial, todas las tiendas monomarca, tiendas para profesionales y tiendas seleccionadas para clientes en todo el mundo. El evento italiano es una oportunidad que Chervò no podía dejar pasar. Una colaboración que enorgullece por el reconocimiento al trabajo realizado en los últimos años en la confección de prendas para jugar al golf y, sobre todo, representa una oportunidad interesante para asociar el nombre de la marca a la promoción y la difusión del golf que fomenta este evento.
Del 24 al 26 de septiembre, tres años y una pandemia después, finalmente volvemos al campo, esta vez en suelo estadounidense, en Whistling Straits (Wisconsin), estado natal del capitán de la selección de las barras y las estrellas, Steve Stricker, elegido para liderar a los yanquis sedientos de venganza. Si del 1927 al 1979, año en el que el resto de la Europa continental se unió a Gran Bretaña e Irlanda, los estadounidenses dominaron el desafío de los desafíos por completo (18-3) con solo un empate (en 1969 en el Royal Birkdale), desde la época del gran Seve Ballesteros hasta la actualidad, el balance se ha invertido claramente, con doce victorias para el Viejo Continente, ocho para los Estados Unidos y un empate. La lectura que llevará al equipo ganador a levantar la copa el domingo por la tarde es solo una y se llama espíritu de equipo. La capacidad de formar un auténtico grupo, no solo sobre el papel, de convertir a campeones normalmente adversarios en compañeros inseparables y leales, dispuestos a ayudarse y apoyarse mutuamente por un único objetivo: la gloria de levantar un trofeo cargado de prestigio. No hay dinero en juego, solo el honor y la voluntad de imponerse a sus rivales históricos de ultramar, dos mundos y dos culturas en las antípodas divididas por una rivalidad deportiva que solo la Ryder y su formato han sabido potenciar al máximo. Será culpa de esa afición de estadio, de ese ambiente tan alejado del tradicional silencio respetuoso que acompaña a todo torneo de golf, de ese colorido mar de cincuenta mil espectadores que cada día se alinea junto a sus favoritos y los transporta a una especie de limbo en el que son capaces de ensalzarse y producir golpes al límite de lo imaginable.